Sobre mi mala educación.

Cuál es cuál, cuál es el cómo? Quién sabe cómo conducirse?
Qué naturales son los peces! Nunca parecen inoportunos. Están en el mar invitados y se visten correctamente sin una escama de menos, condecorados por el agua.
Yo todos los días pongo no sólo los pies en el plato, sino los codos, los riñones, la lira, el alma, la escopeta.
No sé qué hacer con las manos y he pensado venir sin ellas, pero dónde pongo el anillo? Qué pavorosa incertidumbre!
Y luego no conozco a nadie. No recuerdo sus apellidos.
-Me parece conocer a usted. -No es usted un contrabandista? -Y usted, señora no es la amante del alcohólico poeta que se paseaba sin cesar, sin rumbo fijo por las cornisas? -Voló porque tenía alas.
-Y usted continúa terrestre. -Me gustaría haberla entregado como india viuda a un gran brasero. No podríamos quemarla ahora? Resultaría palpitante!
Otra vez en una Embajada me enamoré de una morena, no quiso desnudarse allí, y yo se lo increpé con dureza: estás loca, estatua silvestre, cómo puedes andar vestida?
Me desterraron duramente de ésa y de otras reuniones, si por error me aproximaba cerraban ventanas y puertas.
Anduve entonces con gitanos y con prestidigitadores, con marineros sin buque, con pescadores sin pescado, pero todos tenían reglas, inconcebibles protocolos y mi educación lamentable me trajo malas consecuencias.
Por eso no voy y no vengo, no me visto ni ando desnudo, eché al pozo los tenedores, las cucharas y los cuchillos. Sólo me sonrío a mí solo, no hago preguntas indiscretas y cuando vienen a buscarme, con gran honor, a los banquetes, mando mi ropa, mis zapatos, mi camisa con mi sombrero, pero aún así no se contentan: iba sin corbata mi traje.
Así para salir de dudas me decidí a una vida honrada de la más activa pereza, purifiqué mis intenciones, salí a comer conmigo solo y así me fui quedando mudo. A veces me saque a bailar, pero sin gran entusiasmo, y me acuesto solo, sin ganas, por no equivocarme de cuarto.
Adiós porque vengo llegando.
Buenos días, me voy de prisa.
Cuando quieran verme ya saben: búsquenme donde no estoy y si les sobra tiempo y boca pueden hablar con mi retrato.


Pablo Neruda (Estravagario 1957-1958).